miércoles, 15 de diciembre de 2010

Maraton en la Madre Patria





El lunes 6 de diciembre fue feriado en Madrid, como ya se sabia esto por anticipado, comenzamos a buscar donde pasear. Decidimos ir al sur. Esto lo decidimos porque nos faltaba viajar a esta zona, pero también porque allí correría mi primer maratón. Pasados ya algunos días, escribo esta crónica.

Porque una crónica sobre “mi primer maratón”?

Creo que casi habría una crónica de primer maratón por cada persona que completa los 42.195 metros. Las vivencias son increíbles, la sensación de terminar es intransferible y uno quiere contarle lo que siente a cada persona que se cruza por el camino.

Cuando comentamos “corrí mi primer maratón”, la cara de quien escucha (salvo que sea corredor de maratones) es de asombro y hasta admiración. Por eso creo que vale la pena compartir lo que se siente.

Porque correr un maratón?

Eso me lo pregunte muchas veces. Porque someter al cuerpo a ese desgaste? Porque hacer que las articulaciones toleren 42.195 golpes contra el suelo en un rato largo? Porque sufrir dolores musculares, roces, piel lastimada, uñas rotas, hematomas…?

No se, seguramente para demostrarnos a nosotros mismos que podemos. Pero… que podemos que? Seguramente, que podemos vencernos. Que podemos vencer nuestro miedo a no llegar, nuestras dudas de si resistiremos, nuestro miedo de decir al otro día “Lo intente, pero no pude”.

En el caso de un corredor amateur, (al menos en lo que a mi respecta) correr un maratón es darse un baño de humildad y de grandeza.

Yo empecé a correr hace unos 5 o 6 años, por la rambla. Corría 500 metros y caminaba otros 500 hasta completar 2k. Un día corrí los 2k, luego 5k, un día me vi corriendo 10k. Finalmente me “gradué” de corredor en la Nike del 2007. Luego viene mi ingreso a Sayago Running, las charlas con compañeros de ruta y el planteo de Rai: Para cuando corres la primer media?

La primer media? Las medias son “pa los pieses” muchacho!! Mira si voy a correr 21k!!!

Este loco que insiste, compañeros que nos alientan y alla arranco, con poca preparación a correr mi primer media. La corrimos juntos con Gustavo Beiró, debutando los dos en los 21k en la rambla de Montevideo con un día frío y una carrera mal organizada.

Después viene la misma historia: charlas, anécdotas, bromas entre compañeros…y este gordito corrió una maratón?? Este veterano terminó los 42k??

Desde ese momento, “ese gordito y ese veterano” son gente a la que respetamos mas. No importa cuanto demoraron, corrieron los 42k…enteritos.

Entonces….yo podría?

Comenzamos a preguntar, a escuchar con atención y respeto, a leer, a cansarnos corriendo mas tiempo mas días. Aprendemos que el roce lastima, que el frío se tolera, que luego de correr 15k no estamos tan cansados.

Y poco a poco, ese objetivo que era imposible, impensable, se empieza a ver en el horizonte.

Ya me inscribí, ahora si que no hay vuelta atrás.

Uno empieza a coquetear con el maratón, pero decididamente el pescado esta todo vendido cuando se anota. Ahí si que no hay marcha atrás. Los entrenamientos se empiezan a tomar mas en serio, se trata de no faltar, empezamos a pedir consejos para entrenar o que hacer el día de la carrera.

El día de inscribirme para mi primer maratón fui todo el camino (tres cambios de metro para llegar al banco donde haría el depósito) con el corazón desbocado.

Cuando salí de hacer el depósito sentí una enorme alegría, y poco después, el peso de saber lo que debería afrontar.

Me inscribí para la primera edición de la Maratón de Málaga. Costo de la inscripción: 30 euros.

Todo lo que sufras preparándote, lo disfrutaras el día de la carrera

Esta frase la leí en un pequeño plan de entrenamiento diseñado por el “Doc” Pereyra. Y la verdad que fue una de mis mayores motivaciones para entrenar. Salí con lluvia, con frío, de noche, cuando podía. Siempre teniendo en cuenta esta premisa.

Lamentablemente, no pude preparar la etapa previa como hubiese querido. Fines de semana de paseo con la familia, días de trabajo, una infección respiratoria que me dejo fuera de combate casi 15 días y otros 15 recuperándome….en fin. Nunca uno se prepara como desearía. Igualito que con los exámenes de la facultad.

Sin embargo, hice lo que pude. Y esta claro que no soy ni pretendo ser un profesional.

Pero creo que esa frase del “Doc” la debe tener presente toda persona que se quiera ver las caras con los 42.195 metros.

Otra vez lo mismo, pero como si fuera la primera vez

Llegue a Málaga el día previo a la carrera, cerca de las 19.30 y con tiempo suficiente para levantar la bolsa de corredor. Lo intrincado y grande de la ciudad me hizo perder y llegue con menos tiempo de lo pensado (a las 21 horas cerraba todo y el día de la carrera no se entregaba nada). Entré al estadio “Ciudad de Málaga” con la misma ilusión que un niño entraría al estadio Charrúa sabiendo que le espera su primer partido de futbol. Me acredité.

La organización fue perfecta, todo en orden, muy rápido y eficiente. La bolsa de corredor traía: el chip, tres barras de cereales (riquísimas, de frutos rojos con cobertura de chocolate), una revista sobre running, dos remeras técnicas (manga corta y larga) de excelente calidad, dos dorsales (el de correr y otro pequeño con el cual el corredor podía depositar lo que quisiera en la ropería del día de la carrera), una taza, avisos de carreras próximas e información importante sobre la carrera que se desarrollaría al otro día.

Llegue al hotel y prepare la ropa para la carrera como lo hice decenas de veces. Y esta vez también fue como si fuera la primera. La remera de Sayago, la térmica, las calzas largas, el ratisalil, la riñonera con los geles de hidratos de carbono y las barritas de cereales, el reloj para ver el ritmo de carrera, los championes, las medias…repase muchas veces la secuencia para ver si me olvidaba de algo.

Repase por ultima vez el circuito para ver donde estaría la parte mas difícil. Me acosté y me quede un buen rato mirando el techo mientras mi mujer dormía.

Esa emoción de preparar la ropa la noche anterior y el mate la mañana de la carrera, son intransferibles. Y uno se queda nervioso como chancho en diciembre.



La carrera

Amaneció nublado y con anuncio de lluvia. El día estaba un poco frío.

Tomé unos mates para intentar sacarme la sequedad de la boca que me producían los nervios. Me pasé Ratisali en la cara interna de los muslos y sentí como si me pusiera un caramelo de mentol….en la entrepierna. Dios querido!!

Para no despertar a las niñas, me llevo a la salida un amigo, Gabriel. Es que el viaje fue familiar extendido y éramos 10 (entre uruguayos, uruguayas y uruguayitos) repartidos en 3 autos quienes nos fuimos al sur de España.

Llegué, entre al estadio e intenté calentar algo, pero entre los nervios y el volumen de gente que había, poco pude hacer. Éramos 2000 para el maratón y no se cuantos mas para una carrera promocional de 12k.

Me pongo al final de todo, casi ultimo. Miro al piso, miro a mi alrededor. Ya está, ya estoy acá. Se escucha el disparo, la masa empieza a moverse lento. Me comienzo a mover con la masa.

Me pauté un ritmo de 6 minutos por kilometro pero la masa me lleva un poco mas rápido. Me controlo y voy a 5.30, intento bajar porque sino no llego.

Encuentro un grupete que viene a 5.50 y me pongo detrás de ellos.

Por primera vez corro con música una carrera y quien me acompañaría durante toda la carrera sería Gustavo Cerati.

Decido apagar la música un rato, prefiero disfrutar del ruido, del bullicio de miles de personas corriendo. Escucho el ruido de las pisadas, las risas, las apuestas, el canto de un grupo de militares que venían corriendo atrás de todo, el griterío del público que acompañaba. Pasan los kilómetros y ya la masa se separó.

Tomo a mi grupo de referencia y me fijo el ritmo de 6 minutos nuevamente.

Cerca del kilometro 15 me pongo a correr con un español, con el que empezamos a charlar. También es su primer maratón y me dice que el se pauto ir a 6.30. Le confirmo que venimos a 5.50 y se asusta un poco, pero seguimos juntos.

Dieciocho kilómetros y ya vengo cansado y con la vejiga a punto de estallar. Decido parar en un murito solitario y mi compañero sigue . Me “deshidrato” contra el murito y poco a poco le doy alcance a mi casual compañero de ruta. Me dice “Sigue tu, yo bajo el ritmo porque vengo cansado”.

Sigo, aunque yo también estoy cansado. Cerati me tira frases sueltas para que siga..y yo sigo.

Kilometro 25…miro mi sportband Nike y marca casi 28k…pero…entonces la porquería esta me hizo entrenar un 10% menos de lo que creía?? Los días que pensaba que corría 20k había corrido en realidad 18k…la puta madre! Bueno, ahora no hay otra que apechugar.

Como tantas veces durante la carrera, apelé a frases sueltas que escuché y que me ayudaron muchísimo. JX y Yeritano, luego de la etapa del cerro de la AAU me dijeron: “Si ya hiciste alguna media maratón, no te será tan duro”. Me autoconvencí con esta frase y seguí corriendo.

Las piernas acusaban el cansancio y los kilómetros seguían apareciendo frente a mí. En el kilometro 35 ya venía muy cansado así que decidí caminar unos 200 metros mientras me hidrataba con isotónicos. En el k38 hice lo mismo, pero caminé un poco mas, tal vez 400 o 500 metros . En el 39 sentí un intenso dolor en la región posterior del muslo izquierdo. Ta, no llego. Así no puedo seguir, me estoy por acalambrar. Estiré unos segundos, me acorde de mi abuela y empecé a correr de nuevo.

Acá venía a 6 minutos laaaaargos por kilometro, o 7, ya no habia diferencia. Lo importante era llegar.

Y bueno, apelé a disfrutar. Puse a todo volumen una canción que me gusta muchísimo: Cosas Imposibles. El estribillo dice “Siempre es hoy, ya es parte de mi ser. Hoy quiero hacer cosas imposibles, cosas imposibles”. Y justamente, yo estaba intentando hacer cosas que para mi eran imposibles. Saque fuerzas de no se donde y empecé a cantar a los gritos esta canción. Me olvide del dolor y me acorde que estaba haciendo cosas imposibles. Cosas que nunca pensé que podría lograr.

Veo el estadio a lo lejos, estoy llegando. Pongo el volumen del iPod al máximo, busco las dos canciones que me acompañarían en estos últimos kilómetros: Todo puede estar mucho peor y Resistiré de la Trostky.

Con el último aire empecé a cantarlas a los gritos, los que venían corriendo delante de mí se daban vuelta a mirarme. Todo puede estar mucho peor, aunque todo este mal todo puede empeorar….así que empezá a disfrutar!!!

Y carajo que estaba disfrutando!! Ya estaba entrando al estadio, la gente aplaudía a los últimos 100 o 200 que veníamos llegando.

Aunque los vientos de la vida soplen fuerte, soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie!!

Si, carajo!! Estoy de pie y llegando y cantando a los gritos. Veo el arco de llegada, me faltan 100 metros, levanto los brazos..gané, si, gané. Llegue. Entre con los brazos en alto, como dice Mauricio Ramirez.

Corrí 42.195 metros, entré en el puesto 1485 luego de 4h 56m 08s de carrera.

Vencí.

Imágenes imborrables, recuerdos que me acompañaran

Crucé la meta y me empezaron a pasar nuevamente por la cabeza todas las cosas que ya me habían pasado los días previos y durante los 42k.

Los días de lluvia, Joaquina diciendo “Papa code” cuando me veía ponerme las calzas y los guantes. El abrazo a mis piernas trasnspiradas de mis dos hijas, que todavía no me dejan de dar amor a pesar de mi olor. El apoyo de Natalia cuando decidí correr.. el recuerdo de mi abuela que usé como fuerza en los momentos mas jodidos.

No olvidaré frases de compañeros e incluso gente que apenas me conoce, o del público que alentaba.

No olvidare un grupo de corredores de la 12k que luego se pusieron a alentar a quienes afronatábamos los 42k. Uno me miró a los ojos y me dijo “Tu eres un verdadero campeón, animo!”

No olvidaré un grupo de niños en sillas de ruedas entregando agua en un puesto de hidratación. Ni la alegria de uno de ellos cuando me acerque y tome la botella de agua de su manito deformada por la paralisis cerebral. La mierda, que momento mas lindo pero mas jodido.

Tampoco olvido el corredor humano aplaudiéndonos a los últimos que veníamos llegando, con tantas ganas como deben haber aplaudido al primero.

Ni tampoco las veces que casi me pongo a llorar en el medio de la carrera recordando todo lo anterior, porque a la llegada lo único que hice fue cantar y reírme.

Que puedo decir para terminar?

Yo pude. No tengo genética de corredor, soy un tipo que esta hecho para estudiar, no para correr.

Si yo pude, cualquiera que se lo proponga puede. Pero eso no me hace sentir menos campeón.

Un maratón no se corre “con la cabeza”. Es una prueba de resistencia que hay que respetar. Pero no es imposible.

No hay nada imposible y no es un slogan

Eso es lo que me enseño el maratón.

http://www.surtv.es/index.html#frontaleID=F_SURTV&sectionID=S_MALNOT&videoID=126153



Fernando Martinez